Un reloj blando, un espejo “mágico”, una ventana al paisaje de los sucesos pasados y futuros. El paso del tiempo como entidad inexorable, esa sensación de que el reloj biológico corre cada vez más rápido. Esa falta de control del paso de los días, esa estampa de los momentos vividos congelados… Todas estas cosas lo hace inquietante.

Acrílico sobre lienzo libre de ácidos · 42 x 52 cm