Desde mi espacio de trabajo siempre miro una cabina de teléfonos que hay en la plaza de en frente. Ahora mismo es un objeto inerte, inutilizado y maltrecho. Esta pieza gráfica es un homenaje a estos elementos básicos del mobiliario urbano de las ciudades y del paisaje urbano de las mismas. Ya casi no queda ninguna cabina de teléfono en la calle. Pero siempre fueron recursos apasionantes en el imaginario de las películas y novelas de espías y cine negro.

Acrílico sobre papel clairefontaine aquarelle flamboyant 300 g/m2 • 31 x 41 cm